viernes, 24 de diciembre de 2010

El arte de regalar


Ahora que nos encontramos entre fiestas como Navidad o Reyes Magos, no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer una pequeña reflexión sobre una conocida tradición popular, propia de estos días: el arte de regalar.

A pesar de que, muchas personas consideran que en estas fechas crece el espíritu… consumista y los gastos superfluos, característicos de las sociedades capitalistas y del mundo global en el que vivimos, yo por el contrario, soy partidario de fomentar la costumbre de regalar. Y no por hacer apología del consumismo, ni mucho menos, sino porque considero que el regalo abre otra puerta más a la felicidad. Los obsequios sirven de vehículo a los sentimientos y su ilusión se basa en la generosidad. De hecho, la Real Academia Española de la Lengua define el acto de regalar como: “dar a alguien, sin recibir nada a cambio; ofrecer algo en muestra de afecto o consideración o por otro motivo”

Más allá de la fría definición, a mí, como a casi todo hijo de vecino, me gusta que me agasajen con regalos, pero lo que de verdad, de verdad me gusta, es regalar. Regalar me recuerda mucho a jugar a la lotería. Los mejores momentos los vives los días previos al sorteo, cuando das rienda suelta a tu imaginación y, en tu mundo de ilusión, vives historias fantásticas de nuevo rico.

Algo parecido ocurre cuando haces un regalo. Los instantes más felices los disfrutas mientras intentas recordar, detectar o adivinar los gustos de la otra persona, o mientras eliges el tipo de regalo perfecto, o cuando buscas y rebuscas en las estanterías de cada una de las tiendas que visitas, o cuando envuelves y decoras el presente para darle tu toque personal.

Pero para que el acto de regalar se convierta en arte y puedas recrearte en su felicidad, no debes olvidar unas reglas básicas:

1.- Tómate tu tiempo y disfruta, sobretodo disfruta.
2.- No existe regalo bueno ni malo, sino adecuado.
3.- La diferenciación y la originalidad son dos características, de los regalos, muy valoradas. 
4.- Cuanta más ilusión se ponga en el regalo, más fácil será acertar en el mismo.
5.- El regalo tiene que ser un recuerdo que ayude a recordar y ser recordado. 
6.- La eficiencia del obsequio no depende de valor material, sino de su valor estético

Con respecto a este último punto, si bien es cierto que, lo más caro no siempre es lo mejor ni lo más adecuado, en muchos casos, alguno de ellos cuestan un ojo de la cara. Sin ir más lejos, una barbie ya cuesta un montón de dinero, una videoconsola más, una motocicleta mucho más, pero ver la cara del que recibe el regalo, eso, no tiene precio.

Esta entrada ha sido creada con una ilusión especial para que disfrutéis de ella durante estas fiestas, porque esta entrada es mi regalo personal para todos los lectores de este blog.

Hasta la próxima reflexión. Felices Fiestas.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Cama redonda



En cuestión de “Reality show” ya lo hemos visto casi todo. Hemos visto como han encerrado a los concursantes en una casa, en una granja, en un castillo, en una academia de música, y hasta en una isla desierta. Hemos visto como los han sometido a castings maratonianos, los han hecho superar pruebas insufribles, han pasado hambre y penalidades, los han humillado públicamente, e incluso los han hecho ver como su pareja hacia “edredoning” con otro concursante. Pero, lo mejor está aún por ver. Ahora resulta que, la prestigiosa cadena de televisión estadounidense HBO, en un alarde sensacionalista, va ha estrenar un nuevo programa de tele realidad titulado “Cathouse” que se grabará íntegramente dentro del burdel Moonlite Bunny Ranch en Nevada, único estado norteamericano que permite la prostitución legal. Parece ser que, tras el éxito sonado de un documental rodado en dicho prostíbulo, a los directivos de la cadena no se les ha ocurrido otra idea mejor para incrementar audiencia, que montar un “Reality Show” en el mismo lugar. Mucho se ha hablado de la telebasura, pero estoy seguro que esta noticia dará para hablar “largo” y “tendido”.

Teniendo en cuenta que, según la revista Forbes, la industria de las películas porno mueve 60.000 millones de dolares en el mundo y visto lo visto, puedo pronosticar sin miedo a equivocarme que, el nuevo programa será un completo éxito, sobretodo, teniendo en cuenta las personas implicadas en él. Primero, el jurado, que estará compuesto, entre otros, por el dueño Dennis Hof y la “madame” del garito, Suzette. Sin duda dos expertos “profesionales” del oficio…

Segundo, los telespectadores, criaturas curiosas por naturaleza. En este sentido, como la curiosidad alimenta la sabiduría, de esta parte, nada que objetar. Más reprobable es el morbo de alguna de ellas que, provoca una demanda constante de “carnaza fresca” necesaria, únicamente,  para satisfacer su atracción por hechos desagradables.

Tercero, los directivos, ejecutivos y diverso personal de la cadena televisiva, preocupados solo por el share y el rating, es decir, por el incremento de las audiencias, y que les da igual cualquier aspecto de contenido ético o moral (como por ejemplo, el horario de protección infantil), mientras no se lo censuren. A estos personajes, mi recomendación es que inviten a sus hijas o sus mujeres, ha participar como concursantes en el nuevo programa “Cathouse”. Con toda seguridad, las audiencias aumentarían considerablemente.

Cuarto, las concursantes. ¡Ah! Las concursantes. Personas volcadas en cuerpo y alma (más cuerpo que alma) en alcanzar popularidad y fama, a costa de lo que sea, incluido la prostitución. Miedo me da pensar a que tipo de pruebas las van ha someter. Os lo dejo para vuestra imaginación…

Y, como veis, todos tan contentos. ¿Cómo no va ha tener éxito el programa? No solo le auguro éxito, sino que dentro de unos años, a lo mejor, encendemos el televisor y vemos a la vecina de quinto, o a la compañera de trabajo, o a la peluquera de turno, o a la camarera que te sirve el café por las mañanas, con aire de “pilingui”, haciendo el trabajo más antiguo del mundo. Lo que habrá que ver...

Hasta la próxima reflexión

sábado, 18 de diciembre de 2010

Coser al sol


Tengo que reconocer públicamente que, hasta hace unos días no tenía ni la más remota idea de que era una vainica. Es más, asociaba el término “vainica doble” a un grupo musical pop que alcanzó su éxito hace varios años. Pero mira tú por donde, una simple noticia que sacó de mi ignorancia. Manuela García, titulada Artesana del Bordado Artístico por la Junta de Castilla y León, y salmantina de pro, esta realizando una recopilación de vainicas para entrar en el escogido grupo de personas que conforman el Libro Guiness de los Records.

Aunque a primera vista parece una noticia banal, me asaltó la curiosidad, de modo que me puse a buscar información aquí y allá, para ver que era eso de las vainicas. Y mira tú por donde, descubrí un mundo apasionante, mezcla de artesanía, arte y amistad.

Artesanía, porque para quién aún lo desconozca, las vainicas son una técnica muy antigua de bordado (Siglo XV), que aún hoy en día se sigue realizando a mano. Sí, sí, a mano, con la sola ayuda de hilo, aguja, dedal, tijeras y costurero.

Arte, porque, quien no tiene una abuela o una madre que en algún momento no ha colgado unas cortinas con este tipo de encajes o, ha colocado un mantel bordado a mano para disfrutar de una buena comida o, ha cubierto un mueble con un tapete calado o, nos ha arropado con unas sabanas bordeadas de vainicas….

Y, Amistad, porque para trenzar los hilos de las vainicas es tradición que, las mujeres se reuniesen bajo el pórtico de una casa y, sentadas en sus sillas de enea, hablasen y hablasen, mientras cosían al sol. Vamos, lo que hoy todo el mundo conoce por “fomento de las relaciones sociales”.

Tirando del hilo (nunca mejor dicho), mis indagaciones me han enseñado que, según el tipo de punto de costura, existe infinidad de bordados y que, nuestra candidata a formar parte del Libro Guiness, intenta recopilar más de 200 tipos de vainicas diferentes, cada una con su propio nombre. Y, ¡Vaya nombres! Los hay de todo tipo y, para muestra un botón: simple, doble, cruzada doble, doble con punto de cuadro, punto de cuadro al revés, punto de cuadro al derecho, calada en columnas, zig-zag, ciega, fantasía…

La pena es que, con el paso del tiempo, tanto este tipo de bordados, como otros, esta desapareciendo de nuestros pueblos y ciudades. Todavía no se por que. Además, me ha llamado la atención que no existan aprendices masculinos en este oficio. Quizás sea porque los hombres no podemos hacer dos cosas al mismo tiempo: hablar y coser. Por todo esto, hoy, desde este blog, quiero animar a todo el mundo a descubrir de este tipo de “Alta Costura” que fomenta a la vez: arte, artesanía y amistad.

Hasta la próxima reflexión.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El deporte nacional


Hace unos días, se ha celebrado en Madrid, el Primer Campeonato Nacional de Siesta, en el Centro Comercial Islazul, ¡Por fin! Ya era hora de que “el deporte nacional” tuviese una competición oficial, aunque no este federada ni pueda participar en unas Olimpiadas.

La Asociación Nacional de Amigos de la Siesta logró convocar a más de 360 personas que participaron en rondas de 20 minutos, donde los participantes tenían que intentar dormirse. Hubo premios para todos los gustos: para que el durmió más tiempo, para el mayor roncador, para la vestimenta más creativa, para la postura más original… Al final, Pedro Alfonso Soria López, un ecuatoriano de 62 años conocido por el “soriano”, fue galardonado con el “pijama dorado”, tras dormir 17 minutos y exhalar un ronquido de 70 decibelios. ¡Ahí es nada!

El “soriano” que es vigilante de seguridad en paro, declaró a los medios de prensa: "Espero que esto me sirva para encontrar trabajo y no dormirme”, aunque yo si fuese empresario, me lo pensaría dos veces. Pero, lo que más me intriga, es que fue su propia esposa la que, inscribió al Sr. Soria, en el campeonato. Quizás sea, porque es ella, y no él, quien escucha sus ronquidos cada noche.

En mi caso, siempre que oigo hablar de siesta, me vienen a la mente recuerdos de esas tediosas reuniones de trabajo, después de comer, con la digestión a medio hacer, donde entre cabezazos y bostezos, parece que el único verdaderamente despierto es el ponente. Allí, se suele ver a tus compañeros con los ojos medio cerrados, en un duermevela constante, tan solo interrumpido por alguna pregunta del orador, que normalmente no tiene ninguna respuesta. Sinceramente, no creo que a eso se le pueda llamar productividad laboral.

Ya existen suficientes estudios que demuestran que, una siesta de no más de 30 minutos, mejora la salud en general y la circulación sanguínea, previene el agobio, la presión o el estrés, favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje y proporciona la facultad de prolongar la jornada de trabajo. Incluso empresas como Google o MRW, han habilitado un espacio para que sus empleados puedan dormir la siesta. Por cierto, esta última, incluso ha instalado sillones, que te dan un masaje mientras concilias el sueño.

En cualquier caso, se trabaje por la tarde o no, quien me puede asegurar que, tras haber degustado unas tapitas con varias cervezas, un buen cordero asado con su correspondiente vino, un flan con nata, un par de chupitos y un café con sacarina, alguien puede quedarse despierto y no caer en los brazos de Morfeo.

La siesta es una costumbre, que ya existía en el antiguo Egipto, y hoy en día sigue existiendo en España, Latinoamérica, China, Taiwán, Filipinas, India, Grecia, Oriente Medio y África del Norte. Tanta gente no puede estar equivocada, por lo tanto, para qué luchar contra ella. Lo mejor es, hacer caso al maestro D. Camilo Jose Cela y, de vez en cuando, echarse una buena siesta de padre nuestro, pijama y orinal.

Hasta la próxima reflexión.

domingo, 5 de diciembre de 2010

"No es por vicio, es por hacer ejercicio"



He de reconocer que el titular de este post no es mío, lo he tomado prestado de la noticia que hoy nos ocupa. Parece ser, que la doctora alemana Karen Weatherby ha descubierto que, los hombres que vean tetas diez minutos, al día, podrán vivir cinco años más. El estudio asegura que, se puede reducir la presión arterial y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares

Siendo sincero, a mí también me gusta ver unos buenos senos, es más, si hubiese sabido que mirarlos diez minutos bajaba la tensión arterial, a buenas horas hubiera seguido la dieta de mi médico de cabecera para perder peso y normalizar mi tensión. Y si además, averiguo que, aumentando el tiempo, también aumento la esperanza de vida, seguramente estaría, ahora mismo, pegado al televisor viendo pechos de esbeltas señoritas, y “no por vicio, sino por hacer ejercicio”.

Cuando leo una noticia como esta, referente a investigaciones de vaya Usted a saber qué, siempre me queda la duda de cómo habrán llevado a cabo sus experimentos. Según parece, en nuestro caso, han recurrido a 400 hombres para usarlos como conejillos de indias (imagino que, la mayoría de ellos, encantados). Pero es ahí, donde los resultados del experimento me suscitan dudas. Primero, todos los voluntarios eran de Frankfurt, porque si todos hubiesen sido de alguna tribu de África o América del Sur, donde las señoras todavía visten en “topless”, seguro que la visión de estas no afectaría, lo más mínimo, a la salud de los hombres. Segundo, los voluntarios debían de ser heterosexuales, porque si hubiesen sido homosexuales, más de lo mismo. Tercero, no creo que, los voluntarios hayan sido demasiado jóvenes, porque la testosterona que desborda la juventud, seguro habría provocado otros efectos secundarios, probablemente varios. Y, cuarto, imagino que tampoco habrán escogido a hombres religiosos o monacales, ya que seguramente, en lugar de reducir la tensión, se habría producido el efecto contrario. En cuanto a las señoritas que han enseñado sus atributos, y sin ánimo de ofender, imagino que habrán sido de buen ver, porque sino, aparte de no haber causado ningún efecto cardiovascular, seguro que habrían provocado otros tipo de resultados, que en cualquier caso no serían para mejorar la salud. 

Por último, y pensando que estamos en tiempos de crisis, cuando veo este tipo de estudios, siempre hago mía una frase de un buen amigo: Dinero no habrá, pero “pa tontás”…

Hasta la próxima reflexión.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La primera "regla" de la empresa.



Mi capacidad de asombro no tiene límites. Ahora se trata de una empresa noruega que obliga a sus empleadas a identificarse con una pulsera roja cuando tienen la menstruación para controlar sus visitas al servicio.

Lo cierto es que, no he logrado averiguar el nombre de la empresa en cuestión, pero no habrá sido por ganas o porque no lo haya intentado. Mi interés tenía su justificación en orientar a los directivos de dicha empresa para hacer más efectivo el control de visitas al baño, ya que con esa medida, no se puede obtener un registro correcto de las "idas y venidas". Mis recomendaciones habrían sido: complementar la pulsera roja con otras de distintos colores a fin de completar las variadas actividades que se realizan en los servicios. A saber: blanca, para cuando los empleados van al baño a lavarse los dientes, negra o azul para cuando van al baño a limpiarse manchas de grasa, tinta o bolígrafo, amarilla y marrón, para cuando realizan otras necesidades fisiológicas…. Más complicado, será determinar el color de la pulsera cuando los empleados vayan al baño para vomitar porque se hayan mareado, o cuando vayan porque padezcan de flatulencias.

Ironías escatológicas aparte, parece mentira que un país que lidera el Índice de Prosperidad Legatum, que mide el nivel de riqueza y bienestar mundial, pueda albergar una empresa que vulnere uno de los derechos fundamentales del ser humano, teniendo en cuenta que, hoy en día, existen medios tecnológicos suficientes para establecer los controles necesarios, sin atacar la privacidad de las personas. Al menos, tenemos el consuelo de que los sindicatos noruegos funcionan y denunciaron la susodicha empresa, al Defensor del Pueblo, en cuanto conocieron la noticia.

En cualquier caso, en mi modesto entender, tanto en Noruega, como en el resto del mundo, una de las primeras reglas que debe prevalecer en cualquier empresa debería ser el respeto por el derecho de la intimidad, de todos los empleados.

Hasta la próxima reflexión

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Un acto de irresponsabilidad


Hace poco leí una noticia que provocó un chispazo en mis circuitos neuronales. Un abuelo de Donostia tuvo a la policía de cabeza, durante más de dos horas, porque se había confundido de nieto cuando fue a recogerlo al colegio. De hecho, también se había equivocado de colegio.

Lo que, a primera vista, puede parece una noticia sin importancia que, aunque triste, raya en lo anecdótico, es tan solo, un acto de irresponsabilidad. Pero, irresponsabilidad ¿De quien? ¿Del anciano? ¿De los hijos del anciano y padres del niño? ¿Del colegio?...

De todos es sabido, que la capacidad cognitiva y física de los mayores se reduce a medida que van cumpliendo años. Eso, sin contar con enfermedades, propias de su edad, que pueden limitar considerablemente sus actos (Alzehimer, Parkinson, demencia senil, cataratas…). Por eso, tenemos el deber moral de hacer con nuestros mayores, lo que ellos han hecho, antes, por nosotros. No debemos olvidar que, al nacer nuestras capacidades son, prácticamente nulas, y no es sino varios años después, cuando estando totalmente desarrolladas, alcanzamos nuestra independencia vital. Y hay que recordar que, durante ese periodo, son precisamente nuestros padres quienes están velando por nosotros. Ahora, es nuestro turno y, no el de ellos.

Sin embargo, yo que soy una persona egoísta, soy partidario de aprovecharnos al máximo de nuestros mayores. Sí, habéis leído bien, aprovecharnos de nuestros mayores, aprovecharnos de su inagotable fuente de conocimientos, de sus instructivas experiencias personales, y de la gran sabiduría que proporcionan los años. Porque ya lo dice el refrán: “Más sabe el diablo por viejo que, por diablo”. 

Hasta la próxima reflexión.

martes, 30 de noviembre de 2010

Muchas Gracias a Todos



Los americanos son personas que no dejan de sorprenderme. Lo mismo te montan una guerra que acaba con miles de seres humanos, que inventan una de las mejores festividades que existen en el mundo. Estoy hablando del Día de Acción de Gracias (Thankgiving day) que se celebra el cuarto jueves del mes de Noviembre. Este año ha tenido lugar el pasado día 25 de Noviembre.

Esta tradición americana se remonta al año 1620, cuando los peregrinos ingleses fundadores de la colonia de Plymouth, no llegaron a tiempo para cultivar la tierra y, faltos de comida fresca, tuvieron que sufrir un crudo invierno, que acabo con la vida de más de la mitad de los colonos. En esta situación fueron ayudados por los indígenas wampanoag, y el año siguiente, colonos e indígenas, celebraron un banquete de agradecimiento por la ayuda recibida, sin la cual, probablemente, no hubiesen sobrevivido.

Dejando a un lado, el aspecto mundano y comercial de la fiesta, y fijándonos en la traducción literal de la festividad (Día para dar gracias), creo que, dar las gracias es una de las acciones que siempre conlleva un sentimiento de felicidad. Porque cuando una persona da las gracias, tiene que haber existido una actuación previa de otra persona, desinteresada y generosa, y al mismo tiempo, un sentimiento de bienestar y placidez, por parte de quien recibe el favor. Felicidad, generosidad y humildad, características del ser humano, cada vez más escasas y, cada vez más buscadas.

Sin embargo, hay algo que me tiene perplejo. Como es posible, que nosotros hallamos importado de Estados Unidos, desde alimentos típicos (donuts, hamburguesas, coca-cola, etc…), hasta celebraciones seculares como Halloween, o personajes de leyenda como Santa Claus, y no hallamos importado una fiesta de la talla del Día de Acción de Gracias. No tenemos perdón.  

Por eso, hoy quiero tomarme la libertad de hacer mi propio Día de acción de gracias, y aunque no es el último jueves de Noviembre, sino el último día de dicho mes, quiero agradecer a todos los lectores presentes y futuros de este blog, su disposición y paciencia, para leer este post y los siguientes.

Muchas Gracias a Todos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

"Solo" y sin "guion"



Todo escritor principiante que se digne, cuando comienza a escribir suele pedir perdón a sus lectores por las futuras faltas de ortografía que pueda cometer a lo largo de su andadura. En mi caso, la cosa se complica porque todavía no acabo de tener claro la forma de escribir muchas de las palabras de nuestro vocabulario. Y todo, porque el pasado día 28 de Noviembre del presente año, unos señores pertenecientes a 22 Academias de la Lengua Española, se han reunido para dar a conocer las nuevas reglas ortográficas que guiaran la forma de escribir de 450 millones de hispanohablantes.

Hasta aquí, todo perfecto. El problema comienza cuando analizamos los cambios propuestos y a las personas que los han llevado a cabo. Porque hay que decir, que hasta el último momento, estos señores no tenían claro si la “zeta” pasaba a llamarse “ceta”, o si la “i griega” se quedaba con su nombre o se llamaba “ye”. Para despejar la incógnita, diremos que, al final, en los dos casos, se ha impuesto la primera acepción. No solo (creo que, ahora se escribe así) eso, sino que algunos de los cambios, ni siquiera han sido bien acogidos por escritores profesionales, de la talla de Antonio Colina o Juan José Millás. Incluso alguno de los propios Académicos, como Arturo Pérez Reverte, han manifestado su intención de seguir escribiendo “solo” y “guion” con acento, “hasta que el uso general, o sea ustedes, me haga cambiar”, según sus propias palabras.

Lo que no tengo claro, es por qué, si la Lengua Española actual es una recopilación panhispánica donde se recogen variantes de uso americano en un intento de unidad idiomática, no existe cabida para las diversas acepciones que pueden tener una misma letra o palabra de uso común. Todavía más, me intriga como, si el lenguaje esta (creo que, ahora también se escribe así) en constante y rápida evolución, con creación de nuevas palabras procedentes de diversas fuentes, como las nuevas tecnologías (móvil, internet, etc…) o nuevos anglicismos (zapping, moving, etc…) integrados perfectamente en nuestra sociedad, la Real Academia Española, ha tardado más de 10 años en editar una nueva guía ortográfica. Otra duda que me surge es, si estos cambios tendrán una aceptación generalizada en la sociedad en que vivimos, teniendo en cuenta que algunas de las antiguas propuestas de la Real Academia, no han logrado cuajar en nuestra sociedad, como por ejemplo la palabra “güisqui” en lugar de “whisky”. Y, por último, tampoco me queda claro como corregirá el próximo revisor ortográfico de mi procesador de textos, si tenemos en cuenta que el director de la Academia Mexicana dijo: “Si estas propuestas resultan útiles a algún país, que las tome. Si cree que les complica, que no las tome. No tienen importancia pero marcan tendencia”.

Por eso, ahora que comienzo este blog, no se si pedir perdón por las futuras faltas de ortografía que pueda cometer, porque no se si realmente las cometeré; o sí por otra parte, tendré que pedir mil perdones porque, con tanta regla y tanto cambio, no estaré a la altura de la nueva gramática.